esta tarde deslumbrante
te veo pasear por esas calles
agraciadas,
alegres,
del brazo insensible
del orgullo,
del frío desapego
y ante la mirada
de las gentes que pasan
saludando,
sonriendo,
mientras este tonto corazón
se desespera
y se desangra,
mirando,
soñando...
Y un agudo dolor se va clavando
en mi costado,
acerbo,
malhadado,
violento,
mientras tus ojos
miran a otra parte,
apremiantes, desesperados,
en tanto que tu corazón galopa
sabiendo que te miro y que me muero
de celos, de dolor, de rabia
y de esa ardiente
premura,
sorda,
ruda,
inexorable
que ávidamente nos consume
hasta el instante cruel.
del desfallecimiento.
SAN JERÓNIMO LÍDICE, A 26 DE OCTUBRE DE 2009